Con los cientos de caminos que
hay, siempre vengo a coger el
del centro;
donde abundan los charcos,
sopla con fiereza el viento y las
tempestades sacuden a cada momento.
¿Será que no veo belleza en lo fácil?
¿Será que no soy compatible con lo
sencillo?
¿O será que soy amante de las causas
perdidas y los sin sentidos?
¿Pero que sería la vida sin saltar sobre
los charcos?
¿Sin agarrarse fuerte a un árbol cuando
el viento es bravío
o bailar bajo la tormenta seducidos por
su hechizo, desafiando al frío que
eriza el cabello y cala hasta los huesos?
Mi vida es un estruendo de emociones,
unas se cruzan en mi camino a mercé
de la casualidad o la providencia, y otras
salgo a buscarlas como el hambriento
busca comida o el sin techo busca
cobijo en las noches gélidas de invierno.
Francisco Piñero
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