La madre ve como su hija
que todo se fija,
desde sus quehaceres
hasta los deberes
y siendo confidentes
ignorando lo que diga la gente.
Eran tiempos antiguos
que los derechos de las mujeres
eran ambiguos,
y donde estaban “castigadas”,
en el hogar
para la familia levantar.
Ambas se contaban el resumen del día
ya fuese con mal, fuese con alegría,
mientras se entretenían con las costuras
haciendo mil diabluras.
La madre le aconsejaba
que al andar, firme pisara,
ella obedecía sin rechistar
pues, su madre, su madre,
mucho tenía que aguantar.
Jugaban en el jardín escolar
y la madre no dejaba de controlar,
que a su niña no le hiciesen daño
de lo contrarío, para sanarla,
iría con un paño,
además estaban controlados por maestros
siempre tan dispuestos,
y por agentes de la ley
tal y como ordenó el rey.
Cuando iban a coser,
la hija cogía el hilo,
poco a poco tenía que recoger,
porque cortaba como un cuchillo.
Su madre le enseñó a coser,
le enseñó a barrer,
le enseñó a disfrutar,
y como no, le enseñó a amar.
JAUME ALEGRE LASTERRA -Barcelona-
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