domingo, 28 de agosto de 2016

OFICIO


Ahora que conoce los secretos de su oficio,
lugares como Patmos o Estambul,
o la misma Éfeso,
serían perfectos para
darle a sus versos el acento que les hace falta.

Sitios donde bulla la historia
y en el vocinglerío vespertino
todavía resuene aquello
que de lo humano merezca oírse.

Allí,
donde la piedra guarde aún la forma
desnarigada de algún dios ido,

o perviva su destello en el tazón casero.

Ir allí y aplicarse al verso,

a pulirlo como un vaso antiguo.

2

Volver una y otra vez sobre lo escrito,
qué duro oficio.

Un verso, un tono, una palabra,
el sentido de una estrofa,
algo hace falta allí,

algo que dispute una razón
al vano esfuerzo de vivir.

Y el trabajo se torna un imposible.

¿Cómo darle forma
a lo que allí se rehúye sin cesar?

¿De qué modo conseguir que tanta labor
lleve a alguna parte?

El oficio no es suficiente.

Indecible es lo que el poema acuña
por fuera de su balanza.

Pero un día, el menos esperado,
el talismán perdido aparece,

y la palabra, el giro, el acento
que hacía falta, llega

y, una vez más,

la música que oyes, te salva.

ELKIN RESTREPO -Colombia-
Publicado en Periódico de poesía 90

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