miércoles, 25 de febrero de 2015

CULPABLE O NO, DE TU CONTAMINACIÓN


Anoche tuve una pesadilla:
soñé un mundo desolado.
Las grietas del tormento
se marcaban a cada segundo;
el sol ya no daba calor,
su flora y fauna
había quedado en la historia.
Los cadáveres se confundían
entre tantos desechos.
Podredumbre se respiraba.
Estaba viviendo mis últimos cinco minutos,
cuando desperté a la realidad.
¡Y pensar que estamos
a unos cuantos pasos,
de que mi terrorífico sueño
se haga verdad!
Gran alivió sentí,
sin embargo un pensamiento de culpa,
de mis neuronas se apodero.
Con inspiración nostálgica
y afectada redacté lo siguiente:
"Esfera azulada, niña mimada,
pero también maltratada.
Tu eje central preocupado está
por su mañana.
Los que te habitan, ciegos se vuelven.
Se olvidan de lo frágil que eres,
ni los colores de la primavera
despiertan su conciencia.
Un jardín de desechos residuales
adornan tu órbita terrestre;
mi sueño me lo mostró.
Nuestro aire lo siente,
por ende se siente impotente.
El océano pacifico
como viejo sin dueño permanece.
En el olvido lo hemos dejado.
Se conforma con su isla de basura,
que crece como un adolescente
en plena pubertad.
A la vejez también llegará,
y el día menos pensado,
finalmente morirá.
Tus mares agonizan por lo contaminación.
Gran inmundicia se apodera de tus aguas,
envenenando tu biodiversidad.
¡Hay qué dolor! Tus peces y tortugas,
se alimentan de plástico, creyendo que es plancton.
Sin saberlo, consumimos inmundicia
de los productos provenientes del mar,
esa es la realidad.
¿Quién podrá aportar y darnos una buena solución?
La palabra “radiación”,
me causa extraña sensación.
Al escucharla, inmediatamente una calavera
se forma en mi mente.
Me aterra pensar,
que de vivir en el lago ruso de Karachay,
la radiación en una hora me podría matar.
No importa qué tan lejos está, tarde o temprano
nos puede alcanzar.
Me siento acongojada
por no tener un preciso resultado.
Hoy todo me sabe a químicos,
contaminantes y destrucción fatal.
Se me agobia la razón
al comprobar que el resultado del caos,
que será la enfermedad, infertilidad, alergias
y un sin fin de catástrofes,
que nos visitarán por no cuidar nuestro medio.
Inconscientemente todos contribuimos a un futuro
de tinieblas, como un infierno permanente.
¿Permitirás que las generaciones venideras,
vivan una injusta condena?

Ingrid Carolina Amaya -Estados Unidos-

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