Ella desnuda, sensual, recostada en su cama,
su respiración fluida agitada de inocencia…provocaba.
Fui directo a sus senos duros, erguidos, volcánicos…
Me tomó con la suavidad del aroma del bosque por los hombros.
Nos abrazamos en una mirada profunda , sin parpadear.
Comulgamos con el aire, con nuestras almas enamoradas.
De sus labios se desplazaron pequeñas mariposas rojas.
Me dio un delgado e incondicional beso en la frente.
Me cubrieron músicas que brotaron de su corazón.
Cada poro de mi piel se llenó de sinfonías de amor.
La furia carnal salvaje, se calmó…recosté mi cabeza en su regazo,
con un lento recorrido resbalaron lágrimas en mi mejilla.
Mi alma se regocijó en la más profunda demostración de ternura.
Me sentí como un niño acariciado por las manos de la abuela.
Solo nos abrazamos sin límites, buscando el centro de la galaxia.
Sus manos jugaban con mi pelo, solo sentía que…la amaría
¡Solo a ella… la amaría… por siempre!¡
Álvaro Álvarez Rojas (aprendiz de poeta) -COLOMBIA-
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