Sobre la abrupta roca, vigilante,
yérguese mayestático el castillo,
circunvalado por su doble anillo
de foso y torreones. Fascinante.
La llanura a sus pies, trigo ondulante
bajo el gentil, bucólico rodillo
de la brisa estival, dorado brillo
de espigas bajo el sol centelleante.
Y en la más alta almena, yo, vigía
de estos tiempos con menos hidalguía,
pero más infantil curiosidad.
Y desde allí contemplo, en la distancia,
o en la mente, tal vez, la resonancia
de mesnadas en noble hostilidad.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -In memoriam-
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