Se fue sin ponerse el traje,
sin aplicarse perfume,
sin el sombrero negro,
sin despedirse de mí.
No dejó huellas,
ni señales,
no sé en qué
dirección
partió.
Todavía los recuerdos,
vagan sin rostros
por las calles.
Ya no conozco sus cosas,
todas cambiaron de color,
ahora visten diferentes,
desafían los días,
se imponen a la noche.
Aquel tiempo, aquel
que me sostuvo
en sus brazos,
que me meció
en su cuna,
el que me dormía
y me despertada.
¿Cómo no voy
a extrañarlo?
Herman Pilier Báez
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