Naufraga el sueño
al despuntar el alba.
En isla de piedra encallo;
imposible atravesar sus murallas.
Yo buscaba lejanas sirenas
atraído por falso canto;
cegado por brillantes escamas,
tentadores doblones piratas.
Pero ellas no tienen corazón;
por treinta míseras monedas
han vendido sus almas.
Yo no sabía del mundo:
con eso yo no contaba.
Eran sólo simulacros de chocolate:
baratijas para niños hambrientos
que entretendrán peces y algas.
Cuna de coral, sonajero de ostras.
Cántale, tú que puedes,
nana eterna,
caracola.
¡Mi niño es el rey del mar!
¡Mi niño ya tiene patria!
Mi niño es señor
de cuanto sus cuencas vacías abarcan.
Duerme, mi niño muerto,
y sueña volar sobre manta raya:
salir de tu reino mudo
a lomos de alfombra mágica.
SALOMÉ GUADALUPE INGELMO
Publicado en el blog hervasencuatrosaltos
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