Hoy pasa delicado un ciclón,
merodea sobre el musgo impúdico del río,
se estaciona en el jardín de venas de mi boca
al que melodías deleitan, mi espíritu abierto,
musgo color azahar cántico en mis dedos finos
que forman un coagulo que ahora se diluye
atraído por un sol poniente
que en privado te viste y palpitante te peina.
El cauce se quita el disfraz
vierte entre tus ángulos y vértices
delicadas conspiraciones para intentarlo todo,
al alba en mis brazos los huracanes de enamorados
memorias de nuestras vidas, flotan pero penetran
candentes sin oposición, musicalmente ya puedo
degenerar tu cuerpo.
Me muestras tu retablo dulcemente con placidez,
los rizos de tu poesía brutalmente me excitan
inmensa paciencia que desequilibra mi sensatez,
piensa amada mía, si esto me genera tu poesía,
qué será destruido ante mi vista el paisaje
el desnudo cuerpo de un ángel que me deja abrirlo,
devorarlo, recomponerlo y adorarlo.
¿Qué será? Es destruir los entes superfluos,
invertir los molestos cielos y en búsqueda noble
en matutinas madrugadas radiantes
aunque sea un instante
bajo el agua
sumergidos nuestros cuerpos
subir hasta tu orgasmo
y fluir mi desasosiego desesperado
cargado de ruidosos pedazos.
Manuel Vílchez García
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