Todo las decisiones que los hombres toman para su bienestar apenas lleva el pensamiento para el bienestar de la naturaleza, casi siempre es para la destrucción de otras muchas cosas. La historia nos demuestra que es el hombre el que crea su propia destrucción. Nuestros poderes tecnológicos y amplia conciencia nos convierten a los humanos en los únicos responsables del destino del mundo, puesto que somos los únicos con posibilidades de arreglarlo –o de destruirlo. Nuestro éxito dependerá de cuántos somos los que unimos pensamientos y deseos empeñándonos en esta tarea, y de qué talentos, conocimientos y esfuerzos somos capaces de movilizar.
La vida no deja de crear también generaciones de hombres y mujeres amadores y soñadores; hombres y mujeres que sueñan con la construcción de un nuevo mundo mejorando las formas de vida, cambiando sistemas sociales caducos y poniendo su esfuerzo en la solidaridad, el amor y la comprensión que haga un mundo más igualitario y con menos sufrimiento, sin dejar atrás la tierra en la que vivimos, que es generosa aunque a veces grita ante tanta dejadez humana que maltrata en pos del bienestar la tierra que pisamos.
La Tierra y el hombre es un binomio que está condenado a vivir juntos en el cuidado mutuo.
YOOSSETT HUELVA
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