Se oxidaron relojes entre visos de sueños,
y no supe adivinar con palabras,
si fue el elixir de las flores, o tus aromas
lo que trajo el recuerdo de aquel día...
De claridad bañado, -el parque de rosales-
ambos sentados junto al olivo.
Los versos sonaban leves en primavera.
Lejanos habitaron los días aquellos
y el olvido quedó caminando entre sombras.
Mientras abrían las rosas sus pétalos
el verbo siguió trémulo en el recuerdo.
Sin poetas ni luz, en aquella tarde…
No hay brisas con memorias perennes.
¡Demasiado sublime, amarte esta noche
y no apreciar eternidades!
Del libro La memoria del viento de
FRANCISCO CORBACHO
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