Un silencio divino
por el paso del tiempo,
un viaje por los sueños
que derriba fronteras,
y el suspiro del alma
peinando el viento.
El sol súbito señala
los cuerpos anónimos,
y el alma desposeída
de la luz de sus días,
contempla los cielos
en la oscuridad soñada.
Perderse por el infinito
la deidad de lo eterno,
y al fondo del abismo
por el espacio estelar,
la presencia concluida
ya no refleja su rostro.
Lo insólito otorga alas
para volar la imaginación,
donde la inquietud
enaltece las incógnitas,
y el tiempo es el intervalo
de la luz que se avecina.
Ricardo Miñana.
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