El jueves 4 de septiembre de 2014, Ernesto Allende presentó su libro con un muy importante marco de público que acompaño con alegría la llegada del tercer título del escritor comodorense en el Ceptur de Comodoro Rivadavia.
Rubén Eduardo Gómez, director de Vela al Viento Ediciones, leyó estas palabras:
"Me senté a escribir estas líneas con el recuerdo del querido Blas Tadeo Cáceres todavía dando vueltas por este recinto. Pareciera que en estos días nos ronda la sombra de la que vendrá por nosotros tarde o temprano. Sin embargo, como lo decía hace unos días en una radio, prefiero recordar al querido Blas con su sonrisa, con su tono grave generando el clima, como si tendiera la cama para que sobre ella descansaran sus cuentos. Lo llevo así, conmigo, con su sonrisa, y a sabiendas de que su libro nos permite volver a tenerlo con nosotros cada vez que lo necesitemos.
Esto pasa con los libros: nos permiten sacarle la lengua a esa sombra, burlar al tiempo y que aquello que tenemos para decir trascienda tiempo y espacio.
La primera vez que leí el libro de Ernesto Allende y que hoy presentamos, no tenía título todavía. Me sorprendió entonces, como en cada uno de sus libros, la simpleza con la que escribe Ernesto, la simpleza para decir lo que quiere con sus propios recursos y, a su vez, la sutileza de lo sencillo para contar. Digo que me sorprende porque la simpleza y la sencillez no son fáciles de encontrar no sólo en la literatura, sino ya en nuestra cotidianidad.
Nuestras vidas se ven abrumadas por las complicaciones, las dificultades y los trámites, pero también por los sobreentendidos y las dobles lecturas o las lecturas entre líneas que parece que siempre hay que hacer para no caer en lo que a priori pareciera un lugar común, o justamente para no parecer que sencillamente queremos decir eso que decimos. Y con los sobreentendidos también pasa lo mismo, porque creemos que el otro nos hace un guiño, nos lo dice a nosotros porque nosotros “sabemos”, así, entre comillas.
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