“No hay libertad para los enemigos de la libertad”
Manuel Azaña
Cuando fueron aireados los primeros ligues de Clinton, en esta Europa de doble moral y muy peculiarmente en la España irredenta de cruz y espada ante los altares, contrarreformita y conversa, limpia de pecados. Los comentarios no pasaban de lo jocoso. Nuestra cultura del ligue y la doble moral mantenida durante tantos siglos ha interpretado con sorna las felaciones en la Casa Blanca como unos escarceos gustosos entre un político atractivo y popular y una joven becaria mamona, pero no como un problema de Estado. Qué sería de este país y no sólo de su clase política, si a los jueces o los medios de comunicación le diera por destapar el tarro de las esencias de los gustos sexuales entre pitos, flautas y gemidos. Cuesta trabajo imaginarlo porque la comedia sería de tal dimensión que produciría una batalla campal de increíbles consecuencias y temblores de sacristías catedralicias, aunque por otro lado, pienso, que somos un pueblo demasiado experimentado en dichos menesteres, para tirar por la borda esta doble moral que es remedio y encanto con lo que mantener el decorado del sainete social en que se vive. Y no hablemos en voz alta de las púlpitos y confesonarios.
Pero los elementos documentales aumentan y pasado el tiempo nos encontramos con un caso que ya invita a la preocupación. No se trata de un problema de moral aunque se ampare en un puritanismo que también ejerce la doble existencia, lo que hay detrás es el enorme poder reaccionario de la sociedad norteamericana. Liquidado el mundo comunista, en una sociedad muy desarrollada donde no se pueden emplear los tanques, cosa imposible incluso en el Chile o la Argentina actual, tampoco en España, conviene no olvidar que cuando el 28 F y el Coño que se callen de Tejero si salieron tanques a la calle y el único comentario del Gobierno Norteamericano dijo “Es un asunto interno”. Entonces, el conservadurismo diplomático americano debería emplear otros métodos con los que disfrazar la vuelta de la caza de brujas, los años del senador MacCarthy tras la segunda guerra mundial.
Por aquí en el pueblo andamos muy bien, los obispos han vuelto a ganar en esto de negar una ampliación de la Ley del aborto. Y es que 20.000 curas en coro leyendo el responso del miedo tienen que imponer lo suyo, máxime si a esto sumamos otros medios de presión fácil de poder imaginar. Es una verdadera lastima que esta postura contra la “Licencia para matar” no la haya manifestado la Iglesia española los últimos años con el mismo furor de Plaza de Oriente, contra los asesinos de la ETA, que estos si que tienen “Licencia para matar”. Al final de tan grotesca comedia de doble moral, quienes de verdad y cruelmente salen perjudicadas son las mujeres, verdaderas heroínas de la tragedia muchas de las veces fruto de los placeres y la brutalidad del hombre.
Pero como no hay mal que por bien no venga, por otro lado el negocio de las agencias de viajes, que con esto de la Ley a favor de la ampliación del aborto podrían haber recibido un palo, pueden respirar con satisfacción. De nuevo los viajes a Londres de una semana con billete de ida y vuelta y reserva de hotel volverán a tener un considerable aumento de clientela. Porque eso sí que no pueden impedir ni los obispos ni el “centro” ideológico del PP. Y además ya sin pasaporte ni visado. De manera que moralina ibérica, esa clandestinidad, después de cuarenta años de dictadura, tendrá que continuar. Y en el pueblo conoceremos perfectamente que la hija de la María se ha marchado con una tía y una prima a pasar una semana en Londres. Cosas.
Lo peor de todo estos son los bolsillos de los pobres al no estar a su alcance estos gastos de turismo especial de tener que viajar al país de Shakespeare para “practicar el inglés” Aquí es donde en verdad comienza el dolor y la tragedia, la clandestinidad y el peligro, la inmunda miseria de la factura que siempre tienen que pagar los más débiles. Bien podría poner la ETA legalizada una clínica para abortar. Ellos si tienen “Licencia para matar” sin que los obispos protestaran por ello. Por lo demás, este pueblo de nuevo ha demostrado que ama la democracia. Lo siento por los obispos.
FRANCISCO VÉLEZ
Publicado en el periódico digital Luz de Levante
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