Ya casi llega el invierno
mi rostro pegado
a los vidrios empañados
por el frío de la noche.
Mis suspiros
quedaron encerrados
en el cristal
pegados a él.
Mi respiración
los ahuma y
en ellos escribo
tu nombre
desde el fondo
de mi alma
y de mi aterido
corazón.
Afuera el viento
arremolina las hojas
desparramadas
por el suelo
que el otoño
va dejando
arrastrándose
amarillentas y secas.
Mis gritos son sordos
chocan y vuelven
a mis oídos
con un eco perturbador.
No me escuchas
afuera quedó
nuestro amor
tú llegando al verano
y yo aquí
en la aterradora
y cruda
estación invernal
sola, triste
sosteniendo mi cuerpo
frágil, que aún
está lejos de ti.
Diana Chedel -Argentina-
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