En una noche cálida
del estío
cuando la mar calma
arrullada por la brisa
apenas se movía.
La luna incandescente
amarilla, viva
teñía las aguas
con su fulgor
extraordinario.
Un barco solitario
ancló cerca
de la ribera
y las estrellas alumbraban
sus velas recogidas.
En la orilla de la playa
apenas húmeda
contaba caracolas
brillantes y diminutas
esperando a que llegaras.
Y fue entonces
que la luna
se encendió
y el cielo se tiño
como las aguas
cuando tomándome
entre tus brazos
ardorosamente
me besaste
y me dijiste que me amabas.
Y suspirando de amor
aquella noche
las estrellas confusas
se escondían entre las
brumosas nubes
que acaloradas
ante semejante frenesí
se aglomeraron
para provocar
una tormenta.
Y nosotros
dos excelsos amantes
sellamos nuestro encuentro
con aquel beso
que nos profesamos
y jadeantes de amor
dejamos nuestro aroma
volar al viento.
Tu haciendo
de tu barca una odisea
para llegar a mi
tierra extraña
llena de aventuras
misticismo, encanto
y costumbres raras.
Y los dos
fervientes enamorados
con la luna
redonda y bella
erigida en el horizonte
iluminando aquella
pasión desenfrenada
en esa lujuria arrebatada
de mi una tímida sirena
y tú, mi amante el pirata.
Diana Chedel -Argentina-
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