Camina sobre cristales quebrados,
mientras la memoria,
duerme atravesada,
sobre una espuma quieta.
No hay más duelo que,
el grito enfurecido de un viento
entre cañadas,
ansiando el encuentro
que no se ha dado.
Mañana, todo habrá cambiado,
la sangre será rojo abono,
de un nuevo corazón.
Despertará amnésica la memoria
y la espuma correrá,
al refugio de un mar,
amargamente abandonado.
El aullido del viento
será un eco rebotando
el nombre del olvido
en la sima de la voluntad
Mabel Escribano
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