Como la voz del sueño en que abismado
estuviste, mas vaga, silenciosa;
como te habla el perfume de la rosa,
o la mujer que te ama y no has amado.
Tal vez como tu Dios te haya llamado,
en brisa y luz, a vida religiosa;
o en la canción voraz, voluptuosa,
del desnudo invitándote al pecado.
En mente y corazón bullen rumores
de que a veces no somos receptores,
sordos a sus llamadas persistentes.
Mas siempre atentos a otras placenteras,
afines a caprichos o maneras
de menor rigidez, más complacientes.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -In memoriam-
No hay comentarios:
Publicar un comentario