Un lucero muy brillante,
titilaba en la noche,
su luz como ojos guiñaban,
a los míos, en mi porche,
me puse a mirar con fijeza,
ese titilar tan extraño,
y es que no lo veía,
ya hacia muchos años.
Era el mensaje del amorío,
que excitaba mi sentir,
cuando joven, e impetuoso era,
en mi erótico vivir,
recordé momentos hermosos,
mirando su titilar extraño,
y mas de un rostro,
recordé de mí antaño.
Pero este titilar a deshora,
ya a mi otoñal edad,
me hizo sentir de nuevo,
lleno de virilidad,
vi en el lucero tu mirada,
mujer que me enamora,
silvestre amor, tan silvestre,
como crece la zarza mora.
Sentí una paz infinita,
que no pasaron los tiempos,
que mi alma era una Ermita
y tu cuerpo, él era un templo,
entendí el guiño del lucero,
entendí porque de mi soñar,
era un mensaje quedo,
de que el amor está por llegar.
José Prado-Estados Unidos-
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