A Luisa, Yurika, Michel, Sara y Camil.
En la noche se filtraban las estrellas
En el aire el olor de virutas y aserrín
La vendedora de entradas resultó también la pitonisa
El domador de tigres no tenía tigres que domar
Pero vimos su arte con los perros trapecistas
El mago se perdió en el truco de una borrachera
La mujer barbuda era la vendedora de algodón de azúcar
En el equilibrista reconocí al portero desdentado
De los “tres alegres payasos” sólo dos se presentaron
El animador fotografiaba a los niños en el pony
Un brillo me hizo girar a mi costado
Eran las caras de mis hijas encendidas de alegría
Esa noche lo perdoné todo.
Publicado por Juan Carlos Céspedes (Siddartha)
en la revista La Urraka
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Hace 7 horas
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