A mi hermana Zaira, sus aguas
Bebí anoche de un agua bendecida
y en su orilla fui pluma de paloma
que por los cielos tristemente asoma
su manso corazón de ave perdida.
Se hizo ungüento, venda en tanta herida
y robé de sus tibias turbulencias
que confusas por falsas transparencias
lloraron nieves y rezaron lumbre.
¿No te detuvo tanta pesadumbre
agua blanda que buscas las ausencias?
Agua blanda que fluyes silenciosa
junto al bosque sonoro de la vida,
¿no te impiden las voces la partida
ni te enturbia la senda tormentosa?
Agua viva que ríes amorosa
cuando clavan la daga en tu pureza,
a rehúsas, agua blanca, la tristeza,
¿como logras dar luz a tu sonrisa?
––Silenciando los fuegos de la prisa
o anulando con alas la torpeza.
Ileana Álvarez González, Ciego de Ávila, Cuba
De su libro: Los ojos de Dios me están soñando
Publicado en la revista Carta Lírica 40
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