jueves, 7 de junio de 2012

ERNESTO Y LA LLUVIA


Siempre que pasa por la puerta de la biblioteca lo ve ahí parado, fumando con el otro tipo, ese gordiflón de mejillas rosadas y aire de felicidad; le atrajo la primera vez que pasó cuando se dirigía al trabajo, había descubierto ese atajo y desde su apartamento a la oficina era el camino más corto, así que con su habitual manera de vagar antes de entrar a trabajar pasó por la puerta de la biblioteca y lo vio, ahí, en la puerta, fumando junto al gordo que parece un muñeco de azúcar; pero él es lindo, contiene esa belleza profunda y casi hermética que pocos hombres, que ella haya conocido, poseen. Pero no se atreve a decirle nada, así que ya van más de tres meses de pasar cada día a la misma hora y ella se hace la despistada como aparentando ser indiferente a cuanto la rodea, pero en el fondo su piel se eriza cada vez que pasa por la puerta de la biblioteca donde bajo el alero, Ernesto, que es como se llama el hombre que fuma junto al gordinflón, se refugia de la lluvia.

SALVADOR MORENO VALENCIA


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