El eral entra en la plaza confiado
a la voz que ordenó de lejos ¡Puerta!
Encelado le colean para el quite,
aunque le peguen, no se arredra del picador,
siempre a la contra, que le cita.
Un silencio sepulcral encubre el coso,
siendo el frío de Febrero aún más intenso,
una y otra vez es castigado,
una y otra vez le cierran y abren,
hasta oír desde el tendido ¡Torearlo!
Mayte Andrade -Benicarló /Castellón-
De mi libro”Querencias Taurinas” ed. 2001
DE FACEBOOK - 5738 - SÉQUITO
Hace 2 horas
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