sábado, 17 de marzo de 2012

TOMÓ LA MAÑANA

Tomó la mañana mi lacerado cuerpo,
cuerpo moteado de gotas carmesíes,
ese color que restriega la sangre
por entre las entrañas
que balbucean pidiendo vivir.

Me asomé al día
como habiendo dejado encofrado
el remendado pañuelo del amanecer,
amanecer de topos peludos
y terreros.

Como goterones de sudor sangriento,
como imágenes de santos y mártires un martes de carnaval
llameaban mis inercias.

Y eran las siete de la mañana,
sábado.

Y buceando entre
solo tres dedos pintarrajeados de malva y carmesí,
dedos del color de la ignorancia,
busqué y rebusqué
como cada millonésima de segundo de mi ida,
entre tanto desprendimiento vital,
las causas
de tanto desperdicio,
y solo encontré las mismas respuestas de siempre.

Será la de hoy,
una mañana cualquiera más.

GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ-Mérida-

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