Sentado en la puerta
ti vi llegar
con el pelo al viento
y la falda almidoná.
Venías feliz y cantando
mientras en la mano
una bella rosa llevabas
para dársela a tu hermana.
A mi vera te paraste
y roja como un tomate
me diste las buenas tardes
y al instante te marchaste.
Espera, niña, no corras
que quiero en la boca darte
mi beso de cada tarde
antes que te encierres en tu alcoba.
La niña no se paró.
En su casa ella entró
dejándome en la silla
solo y sin su sonrisa.
JOSÉ LUIS RUBIO
Fotografías charla en la biblioteca Cartuja
Hace 9 horas
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