miércoles, 21 de marzo de 2012

AUTOABORTO

No vio la luna, apenas el reflejo oblicuo de la conciencia de sí misma divida en dos, ella y otro nuevo ser; fue entonces cuando la anti-loba tomó la decisión, soñó con Lición y el castigo de Zeus, no le importó, era un precio mínimo.
El chamán y el bosque le fueron prescindibles, no podía aceptar la gravedad del ser, de su ser duplicado, su vida compartida, su futuro dibujado, su piel en otra piel, así que las tomó, eran ocho, y las fases serian tres, tres y dos. Tardó doce horas la transformación.
Y se decía, se repetía a sí misma “debo empoderarme de mi vida, de mi cuerpo, ser una y solo una”.
Toda el agua contenida en su cuerpo se espesó, primero se sintió en un letargo-insomnio, luego anclada en la cama. Una llama que provino de sus entrañas le recorrió cada fibra del cuerpo, su corazón se aceleró, sintió ambos corazones latir, uno más rápido que otro, uno más verdadero que otro, uno más justificado que otro… a las dos horas las llamas cesaron pero el espesor seguía ahora también en sus músculos que la halaban hacia el centro, punzando como si con un cincel muy pequeño intentara destruir una pared muy, muy, tres veces muy grande, duró horas. Contrario a lo que imaginó, sus dientes estaban intactos, su piel continuaba clara, su pelo suave y largo, solo la sangre derramada evidenciaba la transformación, era sangre, más que sangre; mutilación, desgarre, ultraje, era después de todo la división de quien tanto se defendió, parte de su vida, de su cuerpo, de su ser, en el inodoro. Pero esa conciencia le sobrevino después, cuando ya veía la luna y había bajado la palanca.
Ahora frente a la luna llena, se siente vacía, sola.

Lauristely Peña Solano(República Dominicana)
Publicado en la revista digital Minatura 117

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