Distancia (VII)
Salgo a la calle. Me uno al flujo humano,
indagando en los rostros de la gente.
Intento hallar tus ojos, y el torrente
de miradas es gris, y tan lejano.
Rasgo el violín, tecleo en el piano,
me aferro al clarinete, y la ferviente
inflexión de tu voz no es aparente,
tan glacial cada tono por mi mano.
¿Dónde te ocultas, o por qué no aflora
tu imagen ante mí, la que devora
mi entraña a impacto de hambre y dentellada?
Ay, mujer, misteriosa, clandestina;
eres forma que casi se adivina,
pero al tender mis brazos, casi nada.
Distancia (VIII)
Ahí estás, en un mundo solitario
que te ofrece presagios o quimeras;
y aquí estoy yo, detrás de las barreras
de tiempo, coyuntura y escenario.
Amantes, no; binomio visionario,
soñadores de falsas primaveras,
cuyo emblema ha de ser, aunque no quieras,
más que Monte Tabor, Monte Calvario.
Si tendemos la vista en añoranza
sobre el mar, o la estepa, ¿qué se alcanza?
¿Se reduce tal vez la lejanía?
Pensamos, ofrecemos, presentimos…
Una mitad del yo. Luego sufrimos
porque la otra mitad queda vacía.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO-Los Angeles-
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Hace 13 horas
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