La voz del poeta
Mis versos tienen voz; quien los atiende
me escucha, me conoce, se derrama
sobre esta piel de trovador que clama
bajo el arcángel que hacia mí desciende.
Mi voz ya no es mi voz. Luz que se enciende
como relámpago en la noche, llama
que abrasa la hojarasca, criptograma
que solamente el iniciado entiende.
Mis versos tienen vida, que es la mía.
Llegó de lo más alto, donde ardía
el fuego celestial de Prometeo.
No sé si sustraído u otorgado,
mas quedé por su fuerza arrebatado,
y ahora no escribo; canto y clamoreo.
Amazona gentil
Aplasto sobre ti cada arrebato
que me quiebra la piel; si hondos y ciegos,
capaces de surgir, encender fuegos,
y tocar las campanas a rebato.
Cuanto más me atareo, más dilato
mi insaciabilidad. Inicio juegos,
delineo tácticas, comparto ruegos,
me sumerjo, y al fin me desbarato.
Ah, mujer, que me abrazas, me recibes,
me hostigas, y no hay agua en tus aljibes
que extingan esta fiebre intermitente.
Amazona gentil, y desenvuelta,
que cuanto logras me lo das de vuelta,
sin apocarte de mirar de frente.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-
DE FACEBOOK - 6187 - UN POCO MÁS ARRIBA DE LA PICOTA
Hace 8 horas
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