En mi pecho tengo una herida,
la herida de las nostalgias,
¿porqué mi pecho sucumbe
a esos necios recuerdos?,
si bien, tú me acompañas
para hacer más ligero el regreso.
Soledad, mi amiga,
mi dulce compañera,
que siempre me regresas
a este navío de ensueños
y me ayudas a navegar suave
por un constante caminar de olas,
transparencias esmeraldas
de aterciopelados velos.
Soledad, que me regresas al pasado,
las imágenes son vividas
con tristezas y recelos.
Soledad, que una pluma me regalas
para que escriba mis versos.
Mis pestañas van cayendo
sobre el iris de mis ojos...,
destellos de luces negras,
azabaches de mis sueños,
como negro es el reflejo
de todo momento pasado.
Soledad, búscame en mis avernos
y rescata lo que resta
de este mísero cuerpo.
Ya me meces, compañera,
sobre tu regazo duermo,
me cubren tus mantos de perlas,
bordados del vientre del viento,
suave caricias que siento
cuando me cepillas el pelo.
Ya torno a la vida, ya bajo del cielo,
semillas de flores sin nombre,
en mis horas voy recogiendo.
Tú me acunas con tu silencio,
amiga fiel, amiga eterna,
hasta la muerte, sentada a mi lado,
hasta la muerte, hasta mi último aliento.
Ojos, que regalas tus lágrimas,
manos, que recoges mis sueños,
palabras de consuelo,
tu voz y tu corazón,
regalo del Universo.
Eterna canción de amor,
soledades son mis versos.
MILAGROS RUBIO MAS
DEL CUADERNO EL SECRETO DE LA GAVIOTA.
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