(Soneto alejandrino)
Oh, mi noble amigo asno, tú eres guía al labriego,
tú, quien el privilegio tiene al ser diferente,
llevando tal estigma de tozudo en tu frente,
porque no eres igual, como cualquier mortal griego.
Caminas allá donde vas, sin mediar sosiego,
desde que nace el sol y se oculta en el poniente,
en páramos agrestes yertos, fatiga siente,
paso firme, andariego singular y araniego.
Como vos, no hay igual, sapiencia natural,
nadie como tú, firme, fuerte, tan recio y manso,
pues ya quisiera algún mandón ser a ti igual.
Sol a sol, sin forraje, sin agua y sin descanso,
del alba auroral, palos te pagan, - bien por mal.
¡Fue Dios quien te eligió llevarlo a su remanso!
George Rivas Urquiza -Perú-
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