Fue en la presente edad cuando Agapito marchó al Seminario para estudiar para cura, servir a Dios, a su Iglesia y a sus corderos y corderas, atraído por sus Rebuznos, vivir como Dios, su toques de campanas, que ínclitos resuenan.
Pasados nueve años, cuando estaba hasta la coronilla de hacerse pajas espirituales, mentales y naturales, y con un cabreo especial contra toda esa caterva de gente de clerecía, sacerdotes (sa- cerdo- tes) hipócritas, obscenos, embusteros, que su bien le fundan solamente en engañar y alucinar al pueblo, se salió al ruedo de la vida para codearse con todos los Asnos y toda esa caterva de gente de la plebe.
Estudiando Magisterio y Filosofía, tuvo la gloria de haber cantado con éxito beliz la bella prenda del Rebuznar consiguiendo, a través de pruebas, un puesto de funcionario, habitando en la ciudad de Madrid, ciudad que ninguna otra de España le gana en Rebuznos.
Con un “Sí, quiero” dado a tiempo, se vino con su amada Musa a una ciudad declarada de interés cultural. Aquí, se hizo de un Sindicato con el fin de luchar en favor de los trabajadores “y cuantos bienes procurarles pueda”.
Cuando fue a darse de alta en el Sindicato, reparó que quien le recibió se tiró unos cuescos malolientes e inaguantables, orgulloso de que creía que Agapito se los merecía, y esperaba se marchase como había venido, “con viento fresco”, pues en ese Sindicato no admiten funcionarios de cualquier tipo y menos servidores del Estado.
Agapito aguantó como un valiente la peste. Firmó la ficha, pagó su cuota, diciéndose a sí mismo: -Que rabie, rabie este prenda, que yo me quiero dedicar a los grandes Asnos de mi tierra.
Cuando ya cumplió su deber, dejó de pagar la cuota y se apuntó a un partido político cuyo elogio del Rebuzno no le envidia a ningún otro partido. En él militaron los más grandes Poetas, Escritores Artistas e Intelectuales, montando varias candidaturas de anarco sindicalistas, con muy poco éxito electoral en una Ciudad donde triunfa el Rebuzno a la sombra de un pesebre sacro facha.
Cuando le preguntas a Agapito el porqué de este su gracioso devenir de asnífluo acento, él responde:
-Yo me sentía, desde niño, modulado por la gracia de Dios: me habían bautizado, hice la Comunión, fui monaguillo, y me metí seminarista.
Allí, en el Seminario, tanto en mis oraciones como en ejercicios espirituales, mi único anhelo era buscar a Puta, diosa de los arbustos, ensalzándola en heroicos pollinales metros, o en gregoriano.
Después, ya en la calle, quise ser una obra bien útil a la humana raza, por eso, honrando al Asno que me habita, quise enseñar a los Asnos de mi Patria lo que vale un Rebuzno dado en todo tiempo.
Ese grito o clamor que retumba en Universidades, Institutos, Seminarios, Senados y Congresos infunde a los hombres sabiduría, inspirando a los curas sonoros versos y a los políticos esas voces que parecen salir de cuadras y corrales, que alcanzan hasta el cielo.
Yo sé que la gente de la plebe aprecia mucho a sus Asnos; todos ellos deudores a sus Rebuznos, pues gracias a ellos consiguen buenos emolumentos, victorias y cetros.
DANIEL DE CULLÁ
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