Es tan frágil ese hilo
que separa
la vida de la muerte,
que si te olvidas,
presto, ella se encarga
de recordarte,
que tan solo somos,
marionetas
en manos del titiritero;
anexados
a un inalterable destino.
Y cuando finalmente
le encontramos
algún sentido a la vida,
nos percatamos
que estamos de salida.
Solo entonces
con dolor descubrimos,
que el otoño,
ya de todo nos despojó.
Que el invierno frío nevó
nuestros cabellos,
y esos labios escarlata
y de grana,
que apenas esbozan una
tenue sonrisa,
añorando el beso esperado,
el cual
ya nunca más podrá ser.
Y esos tus bellos ojos
de primavera
en flor, y néctar de miel,
que no son ni
la sombra de lo que eran,
pues la juventud,
que al parecer nunca pasaría,
avanza sigilosa,
y no espera ni se desespera.
Ah, y ése anhelado viaje
tantas veces
postergado, tendrá que
ser desechado,
pues el dinero guardado
no te alcanza
para ir ningún lado, ya que
está devaluado,
en algún rincón yace olvidado.
Además, el ineludible
destino,
te ha comprado
un boleto para ése viaje
inexorable,
que nunca planeaste,
y del cual
no habrá posible retorno;
y ni siquiera
podrá ser negociable...
George Rivas Urquiza -Perú-
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