El día nos inventa
cuerpos en tránsito a ser flama
y nos hace vuelo de golondrina
que tiñe de azul su voz.
Un arpa forma su nombre
bajo la huella de un beso que tiene su propio aliento
humedece sus pechos con sangre de orquídeas
que han de vivir más que nosotros
colgadas de sus acordes al atardecer.
Su piel de agua salada
pregunta bautizada por mi nombre
duda que se ha de encontrar
con mis ansias de amarla.
Pero el día nos piensa
y volvemos a morir…
Victor Diaz Goris
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