Dame de tu digno calor,
de tu ternura e inocencia,
y yo te daré de mi amor
bajo toda la inclemencia,
eres de mi cielo la esencia,
la que derrama su esplendor,
porque tu indefensa conciencia
da, lo puro, y lo encantador.
Ten de mis brazos mi cariño,
mi amor, y cuido de hermana,
porque no solo eres un niño,
eres la unidad y alegría,
la que despierta la mañana,
por ser los cantares del día.
José Manuel Quintero Rojas
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