Permanecer en silencio,
quizás sea la única manera
de escucharte, pues me dices:
que hablo mucho, que digo de más ,
que no paro de hablar, que ya deje
de abrumarte…
Es entonces, cuando me gustaría escuchar
tus pensamientos, quizás así podría entenderte y
entender porque me dices que hablo, que digo,
que no paro, que ya deje de abrumarte…
Lamento tanto que tu corazón, no permita
que hable, que diga, que no pare de adorarte...
Porque si hablo, es de amor, si digo, es lo mucho
que te quiero y si no paro, es porque de hacerlo
significaría mi propia muerte y mi mismísimo entierro.
Me arrebatan las ganas de besarte, me tiembla
la voz al pedirte que te quedes cerquita de mí;
mi cuerpo tembloroso queda, después del desprecio
que me infliges, y firmas con esa mirada que me mata .
Permanecer en entresueños me paso la vida,
paseo entre parajes solitarios de esperarte,
entender ya debiera que la bella, la niña, la buena,
la ungida de Dios no cogería con un gusano,
pues sería a riesgo de que el producto sea la muerte y
la desgracia que acarrearía.
Mejor dejar que libre siga como el águila volando.
Sus ojos, misteriosos como lunas escondidas.
Ríe, al ver mi expresión atontada, y con gracia
se aleja sabedora que la observo. Me dice
quien sabe porque misterio ya alejada, que ni
en mil tiempos que la espere ella será mía.
Su voz suave y armoniosa me envolvió.
Soy como una ave de alas rotas, no volará mas,
menos en cielos altos que me quedan lejos.
Aprendí que la bondad, en tiempos de guerra,
anida para la paz. Me quede de ti con la vorágine
que f uiste para mí y con la inquietud que me causabas.
GILDARDO CARRIÓN
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