No existen submarinos totalmente inmunes
a las cargas de profundidad.
Esa soledad del sonar de serie
que todos llevamos instalado dentro.
Su cadencia de sonido nos marca el ritmo.
El estruendo sordo del torpedo
cuya antesala es la legítima rutina
de levantar el periscopio
y comprobar que tú en la superficie
estás a salvo.
Julio Soler
Publicado en Agitadoras revista cultural 57
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