se anuda con musgos y líquenes.
Mientras el viento arrebata los deseos.
Llevándolos quien sabe adónde.
Las horas disparan contra el corcel del alma.
Reflejándose en la opacidad del agua.
Voy detrás del eco de esa voz que reconozco
entre laberintos de anuncios.
Amenazando las horas como bestias
de sombras gigantes.
Sobre los espacios castigados me detengo
antes que las gotas me devoren.
El agua se niega contra el murallón
del hombre sin alma.
E. Alicia Junco -Argentina-
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