He envejecido, fatigado,
advierto el lento latir del corazón,
deseo morir secretamente, sin
asistencia, solo con ella a mi lado.
Me deslizo en la perplejidad,
suelo meditar en noche serena
y contar cuantos granos aún van
quedando, en el sitio superior de mi
reloj de arena.
No percibo el regreso, la vuelta
atrás, cierro mis ojos, el letargo me
despoja, el sueño empieza a
esfumarse, siento como ella
lentamente se aloja.
Comienza el frío, ese que hiela el
alma, que poco a poco me
transforma en un no ser, observo un
largo filamento de luz y me
pregunto, será verdad… existe el
renacer?
José Tenenbaum
Publicado en Literarte 87
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