Ya no me hallo
insólito apretando el piso,
rehaciendo besos
en la noche sigilosa,
antecesora
de la legendaria jornada,
el amor se ofrece,
la arcilla canta,
luna cobalto,
ojos castaños
llenos de abundancia,
su esencia silenciosa
verifica el cauce al corazón,
sangre claridad,
corre la centuria eterna,
reconozco con frecuencia
la postura de renuncia
brazos violetas
aguerridos
raíces recónditas,
he ganado;
al prolongado viaje
de proyectos y rumias
con el aire que sacude
los días de agosto
y oxida el misterio del cuerpo,
también con los dientes
con los que el poeta
muerde cada letra,
mastica y digiere su vida,
jugo dulce del cielo
hay en mi boca sabor
de mañana con prolongación,
he ganado;
al heredero que retoza,
brinca desde el interior
de la tierra,
con sus amplias ventanas
submarinas
mientras el susurro del oleaje se fragmenta,
a través de los años
continua,
avizora.
ALBERTO PÉREZ
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