Susurra el viento en el árbol y canta la creación
“Perdonen al Poeta la Poesía...”
Si, muchos trabajan de otra cosa para convivir con la más bella. Seguramente no es porque ella tiene carísimos gustos o caprichos, más bien porque se arrulla en los misterios, porque se desnuda de desnudez y va desnuda,
o porque el portador padece las culpas de los tantos enfermos envirados...
Vaya a saber porque duele esta mensajería de dudoso origen y sin destino conocido, vaya a saber porque murieron tantos soñadores de inanición, en el olvido,
(el peor hambre es el mejor olvido)
De mi puedo dar cuenta, de las listas negras en que me sumen palabras que parecen ajenas,
de la pesada carga de hacer camino de poeta propiedad del pueblo, sin patrón ni cadena,
puedo dar cuenta de la incomprensión social, de la ausencia de amigos, de las carencias de los hijos,
de la lucha de la compañera por sostenerme erguido...
Ganaría más monedas repintando las murallas del diario del pueblo, haciendo artículos para algún periódico
adaptado a la línea editorial, como profe, mecánico dental, senador, concejal... Me doctoré en las calles paleando la miseria del sistema,
denunciando sabios, empresarios corruptos, funcionarios y me llené de agravios los bolsillos.
Pero miro de frente y nadie sabe cuánto vale la limpia autoridad de la palabra, de la mirada clara, del clamor de la sangre que demanda justicia.
Justicia para todos es, también compromiso y orgullo de poeta.
Seguro vienen comisiones a simular para la prensa, a poner cara para foto de tapa...
Qué mierda el mundo ¡Puta! digo… mientras, muere otro bate en cruel olvido.
Y qué hicimos por él…
Adiós Amigo, te devoró la tarde
Me pregunta la viuda que hacer con esos sacos de manuscritos, con los kilos de sueños que guarda tu ropero,
con la pipa que no encendiste por la tos y esa camisa apolillada de esperar te nombren actor de la memoria, gestor cultural.
Decoremos con papel higiénico los concejos municipales, el congreso…
Es preciso, de justicia total, asuma la sociedad sus metafóricos. Ellos son hambre, dolor, alarma sangrando
voz de pueblo…
Cuando se acaban las razones y no dan pie con bola los cientistas y se quedan mudos lenguaraces mal nombrados políticos, tira cuatro fonemas un poeta,
se hace la luz y se adivinan los caminos…
Del libro El imperio del sol de RUBÉN BORONAT -Argentina-
Publicado en Editorial Alebrijes
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