Te regalo mi nombre y apellidos,
la vida inquieta que dejó en mis manos
una historia que no fue infancia alegre,
sino aquello que no pude contar.
Te regalo la parte que fue buena,
la de los trigos y las amapolas,
los caballos, majuelos y los juegos
en las bodegas y en los palomares,
cuando alzaba gorriones en mi pecho
y veía volar a las perdices.
Te regalo mi vida, si la quieres,
no sólo mi apellido,
porque hay mundos de acero insobornable
que no se ven. Con voluntad se ignoran.
MARILUZ ESCRIBANO -Granada-
Publicado en Luz Cultural
No hay comentarios:
Publicar un comentario