Mi eterna gratitud, gran señora,
por darme vida, por cuidar de mi ser,
Dios quiso darme una madre,
y un ángel a la vez,
que se olvidó de si misma, por amor,
por hacer de mí, una gran mujer.
Hija mía,
tiene el amor de una madre
algo de Dios, algo de ángel,
como lo es el firmamento,
como lo es el infinito.
Es la mujer, fuerza y ternura,
que por medio de nosotras,
Dios quiso extender la vida.
Un jardín de virtudes y talentos
corona nuestro ser,
son nuestros brazos escudo y regazo,
jamás nadie te aflija por ser mujer.
Mi niña, mi princesa,
eres guerrera, eres mujer,
la vida a veces duele, no es perfecta, no es coherente, a veces nos hiere,
es ahí, donde mujer de temple has de ser.
El mundo gira y los tiempos pasarán
más mi amor de madre por ti, eterno será,
eres mujer, eres guerrera,
para mi corazón de madre seguirás
siendo, mi niña, mi princesa.
A tu sacrificio de mujer, a tu amor de ángel,
viviré eternamente agradecida aunque los siglos pasen, te admiro gran señora, gracias por darme vida, gracias por ser mi madre.
Galatea Gitana Marina Dominguez Silverio
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