Oigo acercarse la vida,
el viento, el verano,
el mundo,
en tus pasos.
Oigo acercarse,
en tu cuerpo,
el mundo despierto;
el enjambre abierto,
despierto, latiendo,
el mundo de besos,
en tus labios,
el enjambre de besos.
Oigo acercarse en tu cuerpo,
los huracanes despiertos,
las lluvias de mayo,
la noche en silencio;
las olas, el mar,
el mar abierto,
en tu regazo.
A tu encuentro yo oigo:
rumores de amor,
rumores de besos,
rumores de alas,
rumores de besos,
de labios,
tu aliento.
Oigo acercarse la vida,
el viento, el verano,
el mundo, en tus pasos.
Puedo oír, oigo,
siento,
las olas en tu voz.
Las olas de alegría,
las olas de sonrisas;
las olas de amor,
que tú envías;
que emanan de ti,
de tu cuerpo,
y que bañan mi cuerpo.
De ti siempre espero,
de tus manos recibo,
la alegría,
el mundo en tu cuerpo,
en tu regazo,
encuentro aliento.
Oigo acercarse la vida,
el viento, el verano,
el mundo, en tus pasos.
Oigo el latir,
del mundo,
en tu corazón.
En tu corazón,
oigo, siento,
la historia del cielo.
Dentro de tu alma,
siento,
encuentro,
el amor.
Tú espantaste de la mía,
como negros pájaros,
las penas.
Y lograste despertar en mí,
las palabras felices,
para dar expresión al amor,
y poder fácilmente,
y sin preámbulos,
declararte a ti,
como a la vida,
que te amo.
Rafael Pérez
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