Me duele que te vayas.
Y más si me dejas para siempre.
Estoy conturbado con tu decisión,
y más si dices que tienes una mejor opción.
No me interesan tus explicaciones,
son cansinas canturías.
Estoy claro que perdí y que te perdí.
Ya no me es extraño padecer congojas.
En esta mohína que por sí sola plañe,
no verás un cándido echando lágrimas.
ni suspiros de abatimiento.
ni tendrás aljófares en tus oídos,
ni súplicas para que te quedes,
y no soy un zafio que acuda a la vehemencia.
Por favor, te aconsejo:
¡cuidado des pie atrás!
Te estrecho mi mano.
Sólo nos corresponde el Adiós.
Deja de mirarme, también de hablarme.
Si ya te despediste,
emprende la partida,
es mas, yo te ayudo a buscar el camino
y te acompaño en esos primeros pasos.
¡Buena suerte!
Te haces tarde.
Para que la oscuridad no arruine tu trayecto
toma mi linterna para que no pierdas la senda,
superes sinuosidades y farallones
y no te precipites en ningún abismo.
Ojalá no encuentres nada escarpado.
Que te acompañen las luciérnagas con su luz
y los intermitentes relámpagos desde el horizonte.
Admito que me has ocasionado una derrota.
Pese a eso te deseo que te vaya bien.
Porque si te va mal, has de querer volver.
Y recibirte será mi segunda derrota.
Luis Ernesto Tapia -Ecuador-
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