domingo, 3 de julio de 2016

ESTADÍA


Me quedó solo silencio
y una puerta incendiada
de recuerdos,
la tarde huyó
entre las cenizas
en un intento por llevarse todo.
Me sostuve de los días
ausentes de melancolía
y descansé por los años,
cuando los veranos
eran un poema fragmentado
en cosas simples.
Tu risa pintada en la ventana,
se detuvo con el tiempo
de mi dolor y se amortajó
en mis lágrimas,
como paloma blanca.
Fue interminable la pobre estrella,
oxidada por las heridas,
se quemó el jazmín
y su burbuja mordió mi sombra.
Aún en espirales me aprietan las tinieblas,
tu amor se estruja en el dorso
del adiós irremediable,
que no me alcanza
por más que le estiro los brazos.
Ya no hay días arrinconados
por el vuelo de tu pelo,
amarraste mis días,
a una luna sin destello.
Y de todos modos, estoy viviendo
la herida de no haberme
ido contigo y quedarme
en las calles muertas.
Siembro rosas rojas y amarillas
para que las veas
sonriente, en la estadía
de un cielo imaginario,
que se come a diario,
el soplo desgastado
de esperarte todavía.

Norma Pérez Jiménez -México-

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