martes, 26 de julio de 2016

EL POEMA DEL SILENCIO


Un grito ahogado en el grito.
Una herida abierta,
por donde se desangra la primavera;
con espinas clavadas en sus tallos
y los pétalos cortando como pequeñas cuchillas,
la piel de la luna nueva.

Un grito ahogado en el grito,
como un eco de profunda noche,
atravesando el corazón de las estrellas.
Haciendo que gotas de luceros moribundos,
rieguen los campos donde yacen los amantes
con la una pata de gorrión arañando sus caderas.

Un grito ahogado en el grito.
El tiempo es un mar de relojes de arena.
En donde quedó atrapado,
el llanto del niño con una pinza de langosta
apretando su cordón umbilical.
Los versos del poeta
herido por el mordisco de un ruiseñor
en sus pupilas negras.

Un grito ahogado en el grito.
Noche de jardines donde mueren los luceros.
Bosques de gargantas desgarradas.
Y de corazones fuera de su pecho.
Estrellas en lo alto de los cipreses gimen
con bramidos de agonizante toro.
Y un ruiseñor de cristal canta teniendo en su garganta
un mano de enredaderas.

Un grito ahogado en el grito.
Un grito que son mil bocas devorando otras mil encías
Un grito que es un profundo pozo negro.
El grito desgarrado de los ojos sin iris, y sin pupilas.
Un grito que atravesó con su voz
los muros de la noche y la piel de las estrellas.

Luego mil campanas gritaron
Como mil relámpagos sin cielo.
Y la madrugada que era un corazón se partió en dos...

¡Quedando únicamente el silencio!

Debora Pol.

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