domingo, 31 de julio de 2016

EL ESTÍO


En la tarde estival, agobiante plenitud
del afiebrado e incandescente sol.
Mientras tanto…
El taladro rugiente hiere las profundidades subterráneas
en busca de la vertiente acuosa.
Apresurados y torneados brazos
abrazan la torre metálica
en el forcejeo de la excavación.
El ocaso ennegrecido desprende rugidos enfurecidos
y…
parece unirse con la superficie.
En un instante preciso, un albor
encegueció el horizonte
quebrando el llano.
La hoguera voraz
devastó el bosque
tiñendo y carbonizando
los enhiestos pinos.
Y los nativos del monte:
algunos huían,
otros recibieron el abrazo calcinante
que los redujo en cenizas.

María Antonia Sassi -Argentina-
Publicado en Archivos del sur

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