Como un ave luctuosa y extranjera,
tráfaga la frialdad sobre la casa,
la luz al horizonte se hace escasa,
¡oh, negra muerte fútil y señera!
Umbríos son mis días, ¡qué ceguera!
Una lid de pesares me traspasa,
odio este ruin final que todo arrasa,
¡qué grito tan callado me lacera!
Vomito la esperanza a la basura,
me posee el placer de la desidia,
dejando mi destino en desventura.
¡Oh, zafia muerte llena de perfidia!
Me besa la penumbra sin mensura
escupiendo mi cuerpo en su lipidia.
Bruno Nash Arias.
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