Esperaba tensamente una respuesta. No la obtuvo al minuto.
Ni lo hizo a los dos. A los tres, él intentó evitar la pregunta, eludirla pero tampoco pudo eludir el obstáculo que emanó de la boca de ella. La consigna habíase expresado demasiado clara, y parecía producto de varios dolores de cabeza empleados con el fin de no dejar ninguna salida.
No tenía más que decidirse por una o por la otra. Al obligar a escapar dos letras de su boca se dio cuenta de que era mentira, que una imagen no vale más que mil palabras, sino todo lo contrario.
Santiago Pelufo Cassarino (Uruguay)
Del libro Diminutos del Cono Sur
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