Y tú creías que con colores admirables
y el engaño de los pecados capitales
voy a olvidar el legado de mis dioses
de ser un dios deambulando entre mortales.
Y tú creías que con engaños crueles
de la vergüenza, la culpa y hondo miedo
voy a olvidar mi herencia de laureles
de estar en Dios sin necesidad de un clérigo.
Y tú creías que con la lección de la piñata
con sus siete picos de perdones anhelantes
voy a olvidar que la libertad es toda
solo basta con creerla firmemente.
Y tú creías que como pueblo me la creo
a tu llamada evangelización tonta
voy a olvidar que soy águila en vuelo
enseñoreando mis tierras con mi manto.
Y tú creías que con dulces y naranjas
ibas a callar mi espíritu guerrero
buscador de tesoros encubiertos
el Santo Grial encuentro en mí escondido.
Y tú creías que solo tú sabías
de metafísica, de chacras, de energías
mientras ocultas la verdad en colaciones
entre cantos de niños y de frutas.
Y tu creías iba a olvidarme de los días
de saludarnos en la librería Cristal
de Conny Méndez sabíamos que leías
te seguí el juego en Santiago Catedral.
Y tú creías que por ser sacerdote
voy a besar tu mano reverente
voy a olvidar que también tengo el poder
de bautizar en el Espíritu Santo.
Y tú creías que el ardid de la piñata
va a distraer mi vista de los dioses
para quebrarla y tirarme por los dulces
mientras disfrutas mi opulencia despojada.
Ahora sé, no existen los pecados
la piñata yace arrojada en una esquina,
soy consciente de ser creador alado
voy cocreando de la mano divina.
Mientras tu hábito se va desvaneciendo
deshaciéndose en su existencia fatua
quieres salvar a quien ya está salvado,
paradigmas romperé en cada piñata.
AMARANTA MADRIGAL
Publicado en Ágora
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